Toda mamá soltera necesita
Todas las mamás tenemos una tribu, un grupo de personas INCONDICIONALES que quizás incluso no tienen lazos de sangre, pero que están allí para nosotras y para el nuevo integrante de nuestra familia, que en este caso sólo es de a DOS.
Asumirme como mamá soltera y entender la maternidad como la vivo, sigue siendo un proceso emocional, físico y psicológico en el cual trabajo muchísimo. Y es allí donde entra este gran grupo humano, lleno de luz y poder para escucharme y contenerme siempre que pueden, así lo que tenga que decir lo haya mencionado mil veces antes. A todos ellos gracias y siempre gracias.
Pero hoy, y en este contexto tan distinto como el de la pandemia, quisiera dedicarles este escrito a los dos seres que Dios escogió como mis padres, los que se hicieron abuelos y empezaron esta aventura, así como yo… de un modo inesperado.
Y es que antes de que Rafael nos avise que estaba en camino, un cuarto en la casa se había hecho la oficina impecable de papá y el espacio perfecto para esos momentos en que estaba consigo mismo. Sin embargo, papá al enterarse de que Rafa venía en camino todo cambió y fue el primero en asumir que cedería esa oficina con la que tanto había soñado para que sea el cuarto de su hoy nieto de 6 años. Aún recuerdo cuando absorto en la noticia de mi embarazo y tratando de ocultar su posible “decepción” me abrazó y asumió que esto no era un error, solo una nueva decisión que implicaban cambios y más cambios.
Pasó el tiempo y todos juntos enfrentábamos mi embarazo: complicado, intenso y al mismo tiempo una aventura de altos y bajos. Y allí en los momentos más duros, estuvo también ese amor incondicional de mi madre, que aunque sé que le costó más aceptar que su pequeña iba a ser mamá, ese nieto babea por ella desde que salió de mí.
Mi tribu son ellos, mi lazo más fuerte y la muestra de que el amor incondicional de padres existe. A ellos, siempre gracias.
No quiero dejar de mencionar a esa tribu y familia que eliges y que se queda contigo al pasar los años. Yo tengo conmigo a las mejores amigas que Dios me pudo regalar, cada una de ellas con sus poderes y sus desaciertos me hacen la mujer que soy ahora. Gracias a ellas por su paciencia, su amor, sus gritos y sus risas, sus regaños y peleas.
Estos años de pandemia me impulsaron a escribir más, pero hubo un tiempo en que paré pues estuve más presente para mi pequeño. Debo admitir que hubo muchos días en que me sobre pasé, me llené de frustración, pena, alegrías, un sinfín de emociones nuevamente aparecían para retarme y decirme: “ok, ser madre no es fácil, al contrario se pone más difícil con el tiempo”.
Admito que con el pasar de los años tengo cada vez más miedo, más preguntas que aún no encuentran respuestas, pero saber que tengo a este grupo humano a mi lado me reconforta y me da esa tranquilidad que tanto añoramos las madres.
Las TRIBUS existen, los tuyos, los que están contigo, los que probablemente no tengan todas las respuestas, pero que te aman y ese es su mayor valor. Arma tu TRIBU y reconócela, abrázala y aprovecha el tiempo que es lo único certero que tenemos ahora.