Mis poderes mágicos.
Hace unas semanas comprobé que realmente las madres actuamos por eso que llamamos ¿“instinto maternal”?
La maternidad no solo te da poderes, también te hace sentir vulnerable en muchos sentidos… Sin embargo, creo firmemente que a pesar de todos esos momentos sensibles y duros que nos tocan pasar… existen otros realmente reconfortantes que nos dicen: Guau! Soy poderosa! Y de pronto todas esas imágenes de “Súper girl” cobran sentido!!
Uno de esos domingos que estoy con mi pequeño… que sólo quiere estar conmigo para todos lados, nos levantamos un poco soñolientos debo admitir, bajamos al primer piso y SAS! rodé las escaleras con él en brazos y claro sólo en segundos pasaron demasiadas cosas por mi cabeza…
Yo regularmente pierdo el equilibrio… quizás porque soy distraída por naturaleza. Esas escaleras que he recorrido toda mi vida me han jugado malas pasadas antes, pero siempre salí bien librada, nunca me caí como esta vez y menos acompañada. En un abrir y cerrar de ojos en vez de pensar de dónde me agarro para no caerme, cogí a mi hijo lo más fuerte que pude separándolo de mi cuerpo que solo se golpeaba con cada escalón, mientras el salía ileso por algunas maniobras que hice con mis brazos y que realmente sólo Dios o mis angelitos saben cómo fueron.
Ese domingo me dejó marcada, literal. El dolor fue lo de menos…mi angelito estaba bien. Yo, también. Mis huesos fueron fuertes siempre y no me rompí nada.
Nuevamente me conecté con una mezcla de emociones que de algún modo te impulsan a tomar decisiones más rápido y sólo velar por el bienestar de ese pequeño. Sobre todo olvidar el dolor de una caída terrible… para no asustarlo más.
Y es que ¡CÓMO JUEGA ESTA MATERNIDAD CON NOSOTROS! ¡Por un momento me sentí súper poderosa de verdad! Mi hijo salió ileso! Yo también! , pero ese miedo a que le pase algo me hizo la mujer más vulnerable de todas. Luego, una sonrisa se dibujó en mi rostro no solamente por todos esos súper poderes que sentía reales, sino porque una vez más comprobé que ser mamá te pone a prueba, te reta, te hace débil y fuerte a la vez…y todo esto por esa razón tan grande de enseñarles a vivir en un mundo así: con altas y bajas… tratando de defenderlos sin dejar de entender que el sufrimiento por más mínimo que sea éste, es parte de la vida también.
¿Una difícil tarea? ¿Un reto constante? Eso es el instinto de madre que yo volví a descubrir aquel domingo en que me caí, me pare, ¿me dolió? Y como la vida misma, salí adelante: pausa y ¡ARRIBA! Que la vida sigue…