Mi mejor decisión.
A la pregunta que me hicieron alguna vez en mi vida: ¿Cuál es la decisión más difícil que has tenido que tomar? Pues, antes de salir embarazada no tenía ninguna respuesta concreta… Hoy sé que la decisión más difícil y más feliz al mismo tiempo fue: Ser mamá y sí soltera.
Al escribirlo, recuerdo el día aquel en que por aciertos del destino trabajaba con una de las amigas más fuertes y decididas que conozco. Ella, me hizo ver el mapa completo, fue de las primeras que me felicitó, sonrío, secó mis lágrimas y dijo: Tú ya eres mamá, ese angelito te escogió y llegó para quedarse. Eso sí, nadie dijo que será fácil…
Confieso haber tenido todas las dudas y miedos existentes después de esa hermosa conversación. No fueron momentos felices como esperaba tener al enterarme y decidir ser mamá. Y es que, venir de una familia conservadora, donde la costumbre regular es haberse casado para tener hijos o por lo menos tener una relación estable para ello, no lo hizo más fácil. Al contrario, ¡Oh sorpresa! Yo sería mamá y… ¡No tenía ninguno de esos requisitos!
Así, fui entendiendo que la maternidad nos da una serie desafíos y retos: cuestionas hasta los más mínimos detalles de tu vida… y creo que fue sólo eso y la fuerza enorme que me dio esa pequeña “gastritis” como la llamábamos al inicio, la que me permitió tener la gran determinación que no tenía para vencer todos esos “obstáculos” como: asumirme diferente en mi familia que lo único que hizo fue amarme más y enseñarme que el amor es más fuerte que cualquier creencia o “regla social”, contestar preguntas incómodas como: ¿Estás embarazada? Pero, ¿te casaste? Fueron solo algunas de las cosas que enfrenté al inicio de esta hermosa aventura.
Rafael me puso a prueba desde el día que me enteré que crecía dentro de mí: constantes amenazas de aborto, un embarazo de casi 5 meses vomitando, náuseas matutinas, dolores musculares y poca energía me recordaban aquel: “Nadie dijo que será fácil…”
Finalmente, un 15 de mayo de un modo casi inesperado, nació Rafael. Un chinito bebé me abría sus ojitos y sin hablarme, decía: “Sí soy yo, te reconozco: eres mamá”. Todas las emociones volvieron a activarse, me invadió la felicidad más absoluta y los miedos más profundos. Todas las lágrimas, esfuerzos y dudas valieron la pena.
Tu mirada y la mía se conectaron de tal modo en que ambos reafirmamos que fuiste y serás siempre: Mi mejor decisión. ¡A comernos el mundo mi amor! Juntos como equipo.